Lecciones objetivas de la Creacion
Indiscutiblemente Dios tiene mil medios para ayudarnos, ensenarnos, el
tiene muchos libros de texto y uno de ellos es la naturaleza, el cielo, la tierra,
las cosas creadas, todas las cosas creadas. Lograr aprender a leer estos libros
divinos nos ayudara a recibir una educación que nadie puede quitar y que nos
elevara en todo sentido.
La creación para los hijos
de Dios llega a ser un libro de texto.
Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de
sus manos. Un día emite palabra otro
día, y una noche a la otra noche declara sabiduría. Aunque no se escuchan
palabras, ni se oye su voz, por toda la tierra sale su pregón, y hasta el extremo
del mundo sus palabras. En los cielos puso tienda para el sol; y él, como un
novio que sale de su aposento, se alegra cual gigante para correr el camino. Sale
desde un extremo del cielo, y hasta el otro extremo sigue su curso; y no hay
quien se esconda de su calor. – Sal. 19:1-6.
La bondad de Dios se extienda mas alla de lo que pensamos.
¿Por qué te jactas de maldad, oh poderoso? La bondad de Dios dura para siempre. Sal.
52:1.
Del Eterno es la tierra y su plenitud, el mundo y los que habitan en él. Porque
él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos. – Sal. 24:1,2.
Toda la creación nos enseña grandes lecciones de vida:
"En efecto, pregunta a las bestias y ellas te enseñarán, las aves del
cielo te lo mostrarán. Habla a la tierra y ella te enseñará, los peces del mar
también te lo declararán. ¿Cuál de estas cosas no entiende que la mano del
Eterno la hizo? En su mano está la vida de todo viviente, el aliento de todo
ser humano. El oído distingue las palabras, y el paladar gusta la comida. En
los ancianos está la sabiduría, y en la larga edad la inteligencia. Con Dios está
la sabiduría y el poder, suyo es el consejo y la inteligencia. Si él derriba,
no hay quien edifique. Si él cierra al hombre, no habrá quien le abra. – Job.
12:7-14.
Lecciones de la Creación
La Educacion pg. 113-120.
"¿Quién es sabio y guardará estas cosas, y entenderá las misericordias
de Jehová?"
EL PODER sanador de Dios se hace sentir en toda la naturaleza. Si se corta un árbol, si un ser humano se
lastima o se rompe un hueso, la naturaleza empieza inmediatamente a reparar el
daño. Aún antes que exista la necesidad,
están listos los elementos sanadores, y tan pronto como se lastima una parte,
todas las energías se dedican a la obra de restauración. Lo mismo ocurre en el reino espiritual. Antes que el pecado creara la necesidad, Dios
había provisto el remedio. Toda alma que
cede a la tentación es herida por el adversario, pero dondequiera que haya
pecado está el Salvador. Es obra de
Cristo "sanar a los quebrantados de corazón . . . pregonar libertad a los
cautivos. . . poner en libertad a los oprimidos".*
Nosotros debemos cooperar en esta obra. "Si alguno fuere sorprendido
en alguna falta. . . restauradle".* La palabra aquí traducida por
"restaurar" significa juntar, como si se tratara de un hueso
dislocado. ¡Qué figura sugestiva! El que
incurre en el error o el pecado llega a desarmonizar con todo lo que lo
rodea. Puede percatarse de su error,
llenarse de remordimiento, pero no puede restablecerse. Se encuentra confuso, perplejo, vencido,
impotente. Necesita ser ganado de nuevo,
sanado, rehabilitado. "Vosotros que
sois espirituales, restauradle". 114 Solamente el amor que fluye del
corazón de Cristo puede sanar. Sólo
aquel en quien fluye ese amor, como la savia en el árbol, o la sangre en el
cuerpo, puede restaurar al alma herida.
LOS INSTRUMENTOS DEL AMOR
Los instrumentos del amor tienen poder maravilloso, porque son
divinos. La respuesta suave que
"quita la ira"; el amor que "es sufrido" y "es
benigno"; el amor que "cubrirá multitud de pecados"*; si
aprendiéramos esta lección ¡de qué poder sanador serían dotadas nuestras
vidas! La vida sería transformada y la
tierra llegaría a ser la misma semejanza y el goce anticipado del cielo.
Estas preciosas lecciones enseñadas de un modo sencillo, pueden ser
comprendidas hasta por los niñitos. El
corazón del niño es tierno y fácilmente impresionable, y cuando nosotros, que
somos mayores, lleguemos a ser "como niños"*, cuando aprendamos la
sencillez, la dulzura y el tierno amor del Salvador, no hallaremos difícil
tocar él corazón de los pequeños y enseñarles el misterio sanador del amor.
La perfección existe en todas las obras de Dios, sean pequeñas o
importantes. La misma mano que sostiene
los mundos en el espacio, da forma a las flores del campo. Examinad bajo el microscopio las flores más
pequeñas y comunes que crecen junto al camino, y notad en todas sus partes cuán
exquisita es su belleza y perfección.
Del mismo modo puede hallarse verdadera excelencia en la más humilde
suerte; las tareas más comunes, desempeñadas con fidelidad amante, son hermosas
a la vista de Dios. La atención concienzuda que se presta a las cosas pequeñas
nos hará colaboradores con él y nos ganará el elogio de Aquel que lo ve y lo
sabe todo. 115
El arco iris que atraviesa los cielos con su arco de luz es una prenda del
"pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente".* Y el arco iris que
rodea el trono de lo alto es también para los hijos de Dios una prenda de su
pacto de paz.
Así como el arco en las nubes es el resultado de la unión de la luz del sol
y la lluvia, el arco que hay sobre el trono de Dios representa la unión de su
misericordia y su justicia. Dios dice al
alma pecadora pero arrepentida: Vive: Para ti se "halló redención".*
"Porque esto me será como en los días de Noé, cuando juré que nunca
más las aguas de Noé pasarían sobre la tierra; así he jurado que no me enojaré
contra ti, ni te reñiré. Porque los
montes se moverán, y los collados temblarán, pero no se apartará de ti mi
misericordia, ni el pacto de mi paz se quebrantará, dijo Jehová, el que tiene
misericordia de ti".*
EL MENSAJE DE LAS ESTRELLAS
También las estrellas tienen un mensaje de ánimo para todo ser humano. En los momentos que sobrevienen a todos,
cuando el corazón es débil y la tentación abruma; cuando los obstáculos parecen
invencibles, las metas de la vida imposibles de lograr, y sus hermosas promesas
como manzanas de Sodoma, ¿dónde se pueden hallar entonces un valor y una
firmeza como los que ofrece la lección que Dios nos ha invitado a aprender de
las estrellas que siguen su curso invariable?
"Levantad en alto vuestros ojos, y mirad quién creó estas cosas; él
saca y cuenta su ejército; a todas llama por sus nombres; ninguna faltará; tal
es la grandeza de su fuerza, y el poder de su dominio. ¿Por qué dices, oh
Jacob, y hablas tú, Israel: Mi camino 116 está escondido de Jehová, y de mi
Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová,
el cual creó los confines de la tierra?
No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay
quien lo alcance. El da esfuerzo al
cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas".
"No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios
que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia". "Porque yo Jehová
soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te
ayudo".*
La palmera, herida por el sol ardiente y las tormentas de arena, se yergue
verde, florecida y llena de fruto en medio del desierto. Manantiales vivos alimentan sus raíces. Su corona de verdor se divisa a la distancia,
en medio de la llanura calcinada y desolada; y el viajero, que se siente morir,
apresura su paso vacilante para llegar hasta la sombra fresca y el agua
vivificante.
El árbol del desierto es un símbolo de lo que Dios quiere que sea la vida
de sus hijos en este mundo. Tienen que
guiar al agua viva a las almas cansadas, llenas de inquietud, y a punto de
perecer en el desierto del pecado.
Tienen que dirigir la atención de sus semejantes a Aquel de quien parte
la invitación: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba".*
Se considera que el río ancho y profundo, que ofrece una vía de
comunicación para el tráfico de las naciones y sus viajeros, es un beneficio
para todo el mundo; pero, ¿qué diremos de los arroyuelos que contribuyen a
formar esa noble corriente fluvial? Si
no fuera por ellos, el río desaparecería.
De ellos depende su misma existencia.
También se honra a 117 los hombres que dirigen una gran obra, como si a
ellos solos se debiera el éxito de ésta, pero ese éxito requirió la fiel
cooperación de un sinnúmero de obreros más humildes ignorados por el
mundo. Las tareas no elogiadas y los
trabajos no reconocidos constituyen la suerte de la mayor parte de los
trabajadores del mundo. Esta situación llena de descontento a muchos. Les
parece que están desperdiciando la vida.
Pero el arroyuelo que corre silencioso por el bosquecillo y la pradera,
y lleva salud, fertilidad y belleza, es tan útil en su lugar como el ancho
río. Al contribuir a la vida del río
ayuda a lograr lo que él solo nunca hubiera podido realizar.
Muchos necesitan esta lección. Se
idolatra demasiado el talento y se codicia excesivamente la posición. Demasiadas personas no quieren hacer nada a
menos que se los considere jefes; demasiados no se interesan en el trabajo a
menos que reciban alabanza. Necesitamos
aprender a ser fieles para usar hasta lo sumo las facultades y oportunidades
que tenemos, y a contentarnos con la suerte que el cielo nos asigna.
UNA LECCIÓN DE CONFIANZA
"Pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; a las aves de los
cielos, y ellas te lo mostrarán. . . Los peces del mar te lo declararán
también". "Ve a la hormiga. .
. mira sus caminos". "Mirad
las aves". "Considerad los
cuervos".*
No solamente hemos de hablar al niño de estas criaturas de Dios. Los mismos
animales deben ser sus maestros. Las
hormigas enseñan lecciones de trabajo paciente, de perseverancia para vencer
los obstáculos, de previsión para el
futuro. Los pájaros son maestros de la
dulce lección de la confianza. 118
Nuestro Padre celestial hace provisión para ellos, pero ellos deben buscar
su alimento, construir sus nidos y criar a sus hijos. Constantemente están expuestos a los enemigos
que tratan de destruirlos y, sin embargo, ¡con qué ánimo hacen el trabajo! ¡cuán
gozosos son sus cantos!
Es hermosa la descripción que hace el salmista del cuidado de Dios por las
criaturas de los bosques:
"Los montes altos para las cabras monteses; Las peñas, madrigueras
para los conejos".*
El hace correr los manantiales por las montañas donde los pájaros tienen su
habitación y "cantan entre las ramas". Todas las criaturas de los bosques y de las
montañas forman parte de su gran familia.
El abre la mano y satisface "de bendición a todo ser
viviente".*
EL ÁGUILA DE LOS ALPES
El águila de los Alpes es a veces arrojada por la tempestad a los estrechos
desfiladeros de las montañas. Las nubes
tormentosas cercan a esta poderosa ave del bosque y con su masa oscura la
separan de las alturas asoleadas donde ha construido su nido. Los esfuerzos que hace para escapar parecen
infructuosos. Se precipita de aquí para allá, bate el aire con sus fuertes alas
y despierta el eco de las montañas con sus gritos. Al fin se eleva con una nota de triunfo y,
atravesando las nubes, se encuentra una vez más en la claridad solar, por
encima de la oscuridad y la tempestad.
Nosotros también podemos hallarnos rodeados de dificultades, desaliento
y oscuridad. Nos cerca la falsedad, la
calamidad, la injusticia. Hay nubes que no podemos disipar. Luchamos en vano con las circunstancias. Hay
una vía de escape, y tan sólo una. Las
neblinas y brumas cubren 119 la tierra; más allá de las nubes brilla la luz de
Dios. Podemos elevarnos con las alas de
la fe hasta la región de la luz de su presencia.
Muchas lecciones se pueden aprender de ese modo. La de la confianza propia,
del árbol que crece solo en la llanura o en la ladera de la montaña, hundiendo
sus raíces hasta lo profundo de la tierra y desafiando con su fuerza la
tempestad. La del poder de la primera
influencia, del tronco torcido, nudoso y doblado, al cual ningún poder terrenal
puede devolver la simetría perdida. La
del secreto de una vida santa, del nenúfar que, en el fondo de un estanque
sucio, rodeado por desperdicios y malezas, sepulta su tallo acanalado hasta
encontrar la arena pura, y sacando de allí su vida, eleva, hasta encontrar la
luz su flor fragante, de una pureza impecable.
De ese modo, al mismo tiempo que los niños y los jóvenes obtienen el
conocimiento de los hechos por medio de los maestros y libros de texto, pueden
aprender a sacar lecciones y descubrir verdades por sí mismos. Cuando trabajan en el jardín, interrogadles
acerca de lo que aprenden del cuidado de sus plantas. Cuando contemplan un paisaje hermoso,
preguntadles por qué vistió Dios los campos y los bosques con tonos tan
encantadores y variados. ¿Por qué no es todo de un tinte pardo sombrío? Cuando recogen flores, inducidlos a pensar
por qué conservó para nosotros la belleza de esos restos del Edén. Enseñadles a notar por todas partes, mediante
las evidencias que ofrece la naturaleza, el cuidado de Dios por nosotros, la
maravillosa adaptación de todas las cosas a nuestras necesidades y felicidad.
Sólo aquel que reconoce en la naturaleza la obra del Padre, que en la
riqueza y belleza de la tierra lee lo que ha sido escrito por él, aprende de
las cosas 120 de la naturaleza sus más profundas lecciones y recibe su elevado
ministerio. Sólo puede apreciar plenamente el significado de la colina y el valle, el río y el mar aquel
que los contempla como una expresión del pensamiento de Dios, una revelación
del Creador.
Los escritores de la Biblia hacen uso de muchas ilustraciones que ofrece la
naturaleza, y si observamos las cosas del mundo natural, podremos comprender
más plenamente, bajo la mano guiadora del Espíritu Santo, las lecciones de la
Palabra de Dios. De ese modo la
naturaleza llega a ser una llave del tesoro de la Palabra.
Debería animarse a los niños a buscar en la naturaleza los objetos que
ilustran las enseñanzas bíblicas y rastrear en la Biblia los símiles sacados de
la naturaleza. Deberían buscar, tanto en
la naturaleza como en la Sagrada Escritura, todos los objetos que representan a
Cristo, como también los que él empleó para ilustrar la verdad. Así pueden aprender a verle en el árbol y en
la vid, en el lirio y en la rosa, en el sol y en la estrella. Pueden aprender a oír su voz en el canto de
los pájaros, en el murmullo de los árboles, en el ruido del trueno y en la
música del mar. Y cada objeto de la naturaleza
les repetirá las preciosas lecciones del Creador.
Para los que así se familiaricen con Cristo, nunca jamás será la tierra un
lugar solitario y desolado. Será para ellos la casa de su Padre, llena de la
presencia de Aquel que una vez moró entre los hombres.
"Habla a la tierra, y
ella te enseñará".
La Educación pg. 99-103.
EL GRAN Maestro puso a sus oyentes en contacto con la naturaleza, para que
oyeran la voz que habla en todas las cosas creadas, y a medida que sus
corazones se hacían más sensibles y sus mentes más receptivas, les ayudaba a
interpretar la enseñanza espiritual de las escenas que contemplaban sus
ojos. Las parábolas, por medio de las
cuales le gustaba enseñar lecciones de verdad, muestran cuán abierto estaba su
espíritu a las influencias de la naturaleza y cómo le agradaba extraer la
enseñanza espiritual del ambiente en que transcurría la vida diaria.
Cristo se valía de las aves del cielo, los lirios del campo, el sembrador y
la semilla, el pastor y las ovejas, para ilustrar verdades inmortales. También obtenía ilustraciones de los
acontecimientos de la vida, de cosas familiares a sus oyentes, tales como la
levadura, el tesoro escondido, la perla, la red del pescador, la moneda
perdida, el hijo pródigo, las casas construidas en la arena y en la roca. En sus lecciones había algo para interesar a
cada mente, e impresionar cada corazón.
De ese modo la tarea diaria, en vez de ser una serie repetida de
trabajos, exenta de pensamientos elevados, resultaba animada por recuerdos
constantes de lo espiritual y lo invisible.
Del mismo modo deberíamos enseñar nosotros. Aprendan los niños a ver en la
naturaleza una expresión del amor y de la sabiduría de Dios; vincúlese el 103
concepto del Creador al ave, la flor y el árbol; lleguen todas las cosas
visibles a ser para ellos intérpretes de lo invisible y todos los sucesos de la
vida medios de enseñanza divina.
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