Thursday, March 1, 2012


La bendición del Servicio






Es de suma importancia que evaluemos lo que nos motiva servir. Otros debemos implementar la importancia de servir. Algunos otros debemos preguntarnos porque servimos.

El saber servir, el saber porque servimos nos permitirá desarrollo de carácter de la mas alta calidad.

La escritura nos dice:

"Entonces los que veneran al Eterno hablaron cada uno a su compañero. Y el Señor oyó con atención. Y fue escrito un libro de memoria ante él en favor de los que reverencian al Eterno, y piensan en su Nombre. – Mal. 3:16.

Todo lo que hacemos nos se registra en el cielo. ¿Qué deseamos que se registre en el cielo de nosotros?

El mar dio los muertos que estaban en él, y la muerte y el sepulcro dieron los muertos que estaban en ellos.  Y cada uno fue juzgado según sus obras. – Apo. 20:13

En el juicio, nuestras obras, servicio será evaluado y tendra mucha que ver con ser salvos o perdidos. Por lo tanto es necesario que tomemos esto con seriedad.



Al implementar la bendición del servicio debemos tambien cuidarnos del no  hacerlo por llamar la atención. Dios condena eso. Las escrituras nos dicen:

Guardaos de ejercer vuestros actos de justicia ante los hombres, para ser vistos por ellos. De esa manera no tendréis merced de vuestro Padre celestial.  Así, cuando des limosna, no toques trompeta ante ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Os aseguro que ya tienen su recompensa.  Pero cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en secreto. Y tu Padre que ve en secreto, te recompensará en público. – Mat. 6:1-4.

Cristo mismo nos dio gran ejemplo de servicio. Sus obras tenían objetivos y esos ebjetivos eran la meta del creador elevarnos, ayudarnos y darnos mejor vida.

Jesús les preguntó: "Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre, ¿por cuál de ellas me apedreáis?"  Respondieron los judíos: "No queremos apedrearte por buena obra, sino por la blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios". Respondió Jesús: "¿No está escrito en vuestra Ley: 'Yo dije, dioses sois'?  Si llamó 'dioses' a aquellos a quienes dirigió la Palabra de Dios -y la Escritura no se puede anular-, a quien el Padre santificó y envió al mundo, ¿vosotros decís: 'Tú blasfemas', porque dije: 'Yo Soy el Hijo de Dios'? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis. Pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras; para que conozcáis y entendáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre". – Juan 10:32-38.

El consejo de Dios es:

No nos cansemos, pues, de hacer el bien, que a su tiempo segaremos, si  no desfallecemos.Así, según tengamos oportunidad, hagamos el bien a todos, especialmente a los de la familia de la fe. – Gal. 6:9-10.

EL VERDADERO MOTIVO DEL SERVICIO

El discurso maestro de Jesucristo pg. 68-86.

"Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, .para ser vistos de ellos"

Las palabras de Cristo en el monte fueron expresión de lo que había sido la enseñanza silenciosa de su vida pero que el pueblo no había llegado a comprender.  Al ver que él tenía tanto poder, no podían explicarse por qué no lo empleaba para alcanzar lo que, según pensaban ellos, era el bien supremo. El espíritu, los motivos y los métodos que seguían eran opuestos a los de él. Aunque aseveraban defender con minucioso celo el honor de la ley, lo que en verdad buscaban era la gloria personal y egoísta. Cristo quería enseñarles que la persona que se ama a si misma quebranta la ley.

Sin embargo, los principios sostenidos por los fariseos han caracterizado a la humanidad en todos los siglos.  El espíritu del farisaísmo es el espíritu de la naturaleza humana; y mientras el Salvador contrastaba su propio espíritu y sus métodos con los de los rabinos, enseñó algo que puede aplicarse igualmente a la gente de todas las épocas.

En los tiempos de Cristo los fariseos procuraban  constantemente ganar el favor del cielo para disfrutar de prosperidad y honores mundanos, que para ellos constituían la recompensa de la virtud.  Al mismo tiempo hacían alarde de sus actos de caridad para atraer la atención del público y ganar así renombre de santidad.

Jesús censuró esta ostentación, declarando que Dios no 70 reconoce un servicio tal, y que la adulación y admiración populares que ellos buscaban con tanta avidez eran la única recompensa que recibirían.

"Cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público".

Con estas palabras, Jesús no quiso enseñar que los actos benévolos deben guardarse siempre en secreto.  El apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo, no ocultó el sacrificio personal de los generosos cristianos de Macedonia, sino que se refirió a la gracia que Cristo había manifestado en ellos, y así otros se sintieron movidos por el mismo espíritu.  Escribió también a la iglesia de Corinto: "Vuestro ejemplo ha estimulado a muchos".*

Las propias palabras de Cristo expresan claramente lo que quería decir, a saber, que en la realización de actos de caridad no se deben buscar las alabanzas ni los honores de los hombres.  La piedad verdadera no impulsa a la ostentación.  Los que desean palabras de alabanza y adulación, y las saborean como delicioso manjar, son meramente cristianos de nombre.

Por sus obras buenas, los seguidores de Cristo deben dar gloria, no a sí mismos, sino al que les ha dado gracia y poder para obrar.  Toda obra buena se cumple solamente por el Espíritu Santo, y éste es dado para glorificar, no al que lo recibe, sino al Dador.  Cuando la luz de Cristo brille en el alma, los labios pronunciarán alabanzas y agradecimiento a Dios.  Nuestras oraciones, nuestro cumplimiento del deber, nuestra benevolencia, nuestro sacrificio personal, no serán el tema de nuestros pensamientos ni de nuestra conversación.  Jesús será magnificado, el yo se esconderá y se verá que Cristo reina supremo en nuestra vida.

Hemos de dar sinceramente, mas no con el fin de alardear de nuestras buenas acciones, sino por amor y simpatía hacia los que sufren.  La sinceridad del propósito y la bondad genuina del corazón son los motivos apreciados por el cielo.  Dios considera más preciosa que el oro de Ofir el alma que lo ama sinceramente y de todo corazón. 71

No hemos de pensar en el galardón, sino en el servicio; sin embargo, la bondad que se muestra en tal espíritu no dejará de tener recompensa.  "Tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público".  Aunque es verdad que Dios mismo es el gran Galardón, que abarca todo lo demás, el alma lo recibe y se goza en él solamente en la medida en que se asemeja a él en carácter.  Sólo podemos apreciar lo que es parecido a nosotros.  Sólo cuando nos entregamos a Dios para que nos emplee en el servicio de la humanidad, nos hacemos partícipes de su gloria y carácter.

Nadie puede dejar que por su vida y su corazón fluya hacia los demás el río de bendiciones celestiales sin recibir para sí mismo una rica recompensa.  Las laderas de los collados y los llanos no sufren porque por ellos corren ríos que se dirigen al mar.  Lo que dan se les retribuye cien veces, porque el arroyo que pasa cantando deja tras sí regalos de vegetación y fertilidad.  En sus orillas la hierba es más verde; los árboles, más lozanos; las flores, más abundantes.  Cuando los campos se ven yermos y agostados por el calor abrasador del verano, la corriente del río se destaca por su línea de verdor, y el llano que facilitó el transporte de los tesoros de las montañas hasta el mar se viste de frescura y belleza, atestiguando así la recompensa que la gracia de Dios da a cuantos sirven de conductos para las bendiciones del cielo.

Tal es la bendición para quienes son misericordiosos con los pobres.  El profeta Isaías dice: ¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa; que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?  Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto... Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu alma.... y serás como huerto de riego, y como manantial de aguas, cuyas aguas nunca faltan".*

La obra de beneficencia es dos veces bendita.  Mientras el que da a los menesterosos los beneficia, él mismo se beneficia en grado aún mayor.  La gracia de Cristo en el alma desarrolla atributos del carácter que son opuestos al egoísmo 72 atributos que han de refinar, ennoblecer y enriquecer la vida.  Los actos de bondad hechos en secreto ligarán los corazones y los acercarán al corazón de Aquel de quien mana todo impulso generoso.  Las pequeñas atenciones y los actos insignificantes de amor y de sacrificio, que manan de la vida tan quedamente como la fragancia de una flor, constituyen una gran parte de las bendiciones y felicidades de la vida.  Al fin se verá que la abnegación para bien y dicha de los demás, por humilde e inadvertida que sea en la tierra, se reconoce en el cielo como muestra de nuestra unión con el Rey de gloria, quien, siendo, rico, se hizo pobre por nosotros.

Aunque los actos de bondad sean realizados en secreto, no se puede esconder su resultado sobre el carácter del que los realiza.  Si trabajamos sin reserva como seguidores de Cristo, el corazón se unirá en estrecha simpatía con el de Dios, y su Espíritu, al influir sobre el nuestro, hará que el alma responda con armonías sagradas al toque divino.

El que multiplica los talentos de los que emplearon con prudencia los dones que les confió reconocerá con agrado el servicio de sus creyentes en el Amado, por cuya gracia y fuerza obraron.  Los que procuraron desarrollar y perfeccionar un carácter cristiano por el ejercicio de sus facultades en obras buenas, segarán en el mundo venidero lo que aquí sembraron.  La obra empezada en la tierra llegará a su consumación en aquella vida más elevada y más santa que perdurará por toda la eternidad.



El servicio es lo que nos hace realmente grantes ante el cielo.

 “Hubo entre ellos una discusión acerca de quién de ellos sería el mayor.  Entonces Jesús les dijo: "Los reyes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que sobre ellas tienen autoridad se hacen llamar bienhechores. Pero vosotros no sois así.  Antes el mayor entre vosotros, sea como el más joven; y el que dirige, como el que sirve.  Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Sin embargo, Yo Soy entre vosotros como el que sirve. Vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas.”  - Lucas. 22:24-28.

“Pero ellos callaron porque en el camino habían discutido quién era el mayor. Entonces él se sentó, llamó a los doce, y les dijo: "Si alguno quiere ser el primero, debe ser el último de todos, y el servidor de todos".” – Mar. 9:34-35.

La bendición del servicio es en realidad un puente que nos lleva a Dios. El servir es realmente una bendición y cuando lo hagamos con ese conocimiento seremos bendecidos.

En el trabajo no seáis perezosos.   Sed fervientes en espíritu, sirviendo al Señor. – Rom 12:11.

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