El poder de la mente
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La importancia de considerar la renovación de nuestra mente constantemente,
eso nos dará la bendición de crecimiento. La renovación de nuestra manera de
pensar nos dará la capacidad de comprender la voluntad de Dios. Nos llevara a
lo perfecto y agradable.
Rom. 12:1-2.
“Así, hermanos, os ruego por la
misericordia de Dios, que presentéis vuestro cuerpo en sacrificio vivo, santo,
agradable a Dios, que es vuestro culto razonable. Y no os conforméis a este
mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que
podáis comprobar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.”
En todo ser humano hay una lucha,
desde que nacemos estamos bajo la ley del pecado y por lo tanto ser fieles a
Dios, seguir las pautas correctas requiere que luchemos por el bien, por lo
recto. Allí nuestra mente cumple un papel súper importante. Es con la mente que
podemos decidir que hacer, como hacer, donde hacerlo y para quien hacerlo. La
mente tiene el poder de ayudarnos en este vivir de la vida para bien o para
mal. La decisión es de cada uno de nosotros.
Rom. 7:25.
“¡Gracias doy a Dios, por nuestro
Señor Jesucristo! Así, dejado a mí
mismo, con la mente sirvo a la Ley de Dios, pero con la carne a la ley de
pecado.”
Proverbios 11:20.
“El Eterno aborrece la mente
(corazón) perversa, pero los de camino intachable le son agradables.”
Nuestra meta es amar a Dios,
servirle y ser de bendición en la humanidad. Pero este estilo de vida requiere
completa entrega. Debemos realizar esta experiencia de todo corazón, toda el
alma y toda la mente. La combinación de estos poderes que están latentes en el
hombre es lo que da oportunidades a los hombres y abre puertas que de otra
manera solo serian posibilidades o sueños.
Mateo 22:37.
“Jesús respondió: "Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y toda tu mente.”
La importancia de la mente en cada ser
humano
La obra más delicada.
Tratar con las mentes humanas es
la obra más delicada en la cual los hombres estuvieron alguna vez ocupados.- 3T
269 (1873).
Conocer las leyes que rigen la
mente y el cuerpo.
Es deber de toda persona, para su
propio bien y el de la humanidad, conocer las leyes de la vida y obedecerlas
con toda conciencia. Todos necesitan
conocer el organismo más maravilloso: el cuerpo humano. Deberían comprender las funciones de los
diversos órganos y como éstos dependen unos de otros para que todos actúen con
salud. Deberían estudiar la influencia
de la mente en el cuerpo, la del cuerpo en la mente, y las leyes que los rigen.
-MC 89, 90 (1905).
Adiestrar y disciplinar la mente.
No importa de quién se trate. . .
el Señor os ha bendecido con facultades intelectuales capaces de vasto
desarrollo. Cultivad vuestros talentos
con fervor perseverante. Educad y
disciplinad la mente por el estudio, la observación y la reflexión. No podéis encontraros con la mente de Dios a
menos que pongáis en uso toda facultad.
Las capacidades mentales se fortalecerán y desarrollarán si salís a
trabajar con el temor de Dios, con 4 humildad, y con una ferviente
oración. Un propósito resuelto realizará
milagros. -NB 302, 303 (1915).
El potencial de la mente
disciplinada.
Tiene que practicar la disciplina
propia. . . Una mente común, bien disciplinada, efectuará una obra mayor y más
elevada que la mente mejor adecuada y los mayores talentos sin el dominio
propio. -PVGM 269, 270 (ed. PP); 234 (ed. ACES) (1900).
Tratar con las mentes es la mayor
obra.
El futuro de la sociedad está
indicado por la juventud de hoy. En los
jóvenes vemos a los futuros maestros, legisladores y jueces, los dirigentes y
el pueblo que determinarán el carácter y el destino de la nación. Por lo tanto, cuán importante es la misión de
los que han de formar los hábitos e influir en las vidas de la generación que
surge.
Tratar con las mentes es la mayor
obra jamás confiada a los hombres. El
tiempo de los padres es demasiado valioso para gastarlo en la complacencia del
apetito o para ir en pos de la riqueza o de la moda. Dios ha colocado en sus manos a la preciosa
juventud no sólo para que se la capacite para un lugar de utilidad en esta
vida, sino para que sea preparada para las cortes celestiales. -Te 240 (1886).
La utilidad del maestro depende
de su mente disciplinada.
La utilidad del maestro no
depende tanto de su caudal de conocimientos como del nivel que se propone
alcanzar. El verdadero maestro no se
contenta con pensamientos indefinidos, una mente indolente o una memoria
inactiva. Trata constantemente de
progresar más y aplicar mejores métodos.
Su vida es de continuo desarrollo.
En la obra de semejante maestro hay una frescura y un poder vivificante
que despierta e inspira a los alumnos. -Ed 278 (1903).
Se esforzará por alcanzar la más
alta norma de excelencia mental y moral.
Grande conocimiento es el
conocerse a sí mismo. El maestro que se
estime debidamente permitirá que Dios amolde y discipline su mente. Y reconocerá
la fuente de su poder. . . El conocimiento propio lleva a la humildad y a
confiar en Dios; pero no reemplaza a los esfuerzos para el mejoramiento de uno
mismo. El que comprende sus propias
deficiencias no escatimará empeño para alcanzar la más alta norma de la
excelencia física, mental y moral.
Ninguno que esté satisfecho con una norma inferior debiera tener parte
en la educación de los jóvenes. -CM 65 (ed. PP); 55 (ed. ACES) (1896).
Prepara para la eternidad.
En todo vuestro trabajo, haced
como el labrador cuando trabaja para obtener los frutos de la tierra. Aparentemente desperdicia la simiente; pero,
oculta en el suelo, ella germina. El
poder del Dios vivo le da vida y vitalidad, y se ve "primero hierba, luego
espiga, después grano lleno en la espiga" (Mar. 4: 28). Estudiad este proceso maravilloso. ¡Oh, hay
tanto que aprender, tanto que comprender!
Si perfeccionamos nuestra mente hasta lo máximo de nuestra capacidad,
continuaremos durante las edades eternas estudiando los caminos y las obras de
Dios, y sabiendo más acerca de él. -CM 239 (ed.
PP); 192 (ed. ACES) (1913).
La ciencia del cristianismo y la
mente.
Hay en el cristianismo una
ciencia que debe dominarse, una ciencia tanto más profunda, amplia y elevada
que cualquier ciencia humana, como los cielos son más elevados que la
tierra. La mente tiene que ser
disciplinada, educada, preparada; porque los hombres han de prestar servicio a
Dios, en maneras diversas que no están en armonía con la inclinación innata. A
menudo uno debe desechar la preparación y la educación de toda la vida, a fin
de poder aprender en la escuela de Cristo.
El corazón debe ser enseñado a permanecer firme en Dios. Ancianos y jóvenes han de formar hábitos de
pensamiento que los habilitarán para resistir la tentación. Deben aprender a mirar hacia arriba. Los principios de la Palabra de Dios
-principios que son tan altos como los cielos y que abarcan toda la eternidad-
han de ser comprendidos en su relación con la vida diaria. Todo acto, toda
palabra, todo pensamiento, tiene que estar de acuerdo con estos principios. -CM
20, 21 (ed. PP); 19, 20 (ed. ACES) (1913).
Progresar sólo por medio del
conflicto.
Ninguna ciencia equivale a la que
desarrolla el carácter de Dios en la vida del estudiante. Los que llegan a ser discípulos de Cristo
encuentran que se les proporcionan nuevos motivos de acción y que adquieren
nuevos pensamientos, de los que deben resultar nuevas acciones. Pero los tales pueden progresar únicamente
por medio de conflictos; porque hay un enemigo que contiende siempre contra
ellos, presentándoles tentaciones que hacen que el alma dude y peque. Hay
tendencias al mal, hereditarias y cultivadas, que deben ser vencidas. El apetito y la pasión han de ser puestos bajo
el dominio del Espíritu Santo. No tiene
término la lucha de este lado de la eternidad. Pero aunque hay que sostener
batallas constantes, también hay preciosas victorias que ganar; y el triunfo
sobre el yo y el pecado es de más valor de lo que la mente puede estimar. -CM
21 (ed. PP); 20 (ed. ACES) (1913).
Es deber de todo cristiano
desarrollar la mente.
Es deber de todo cristiano
adquirir hábitos de orden, minuciosidad y prontitud. No hay excusa para hacer lenta y
chapuceramente el trabajo, cualquiera sea su clase. Cuando uno está siempre en el trabajo, y el
trabajo nunca está hecho, es porque no se ponen en él la mente y el
corazón. La persona lenta y que trabaja
con desventajas, debiera darse cuenta de que ésas son faltas que deben
corregirse. Necesita ejercitar su mente
haciendo planes referentes a cómo usar el tiempo para alcanzar los mejores
resultados. Con tacto y método, algunos realizarán tanto trabajo en cinco horas
como otros en diez. Algunos que se ocupan en las tareas domésticas están
siempre trabajando, no porque tengan tanto que hacer, sino porque no hacen
planes para ahorrar tiempo. Por su manera de trabajar lenta y llena de
dilaciones, se dan mucho trabajo por cosas muy pequeñas. Pero todos los que deseen pueden vencer esos
hábitos de morosidad y excesiva meticulosidad.
Tengan los tales un propósito definido en su obra. Decidan cuánto tiempo se requiere para hacer
una tarea determinada, y entonces dedíquese todo esfuerzo a terminar el trabajo
en ese tiempo. El ejercicio de la
voluntad hará más diestras las manos. -PVGM 279 (ed. PP); 242 (ed. ACES)
(1903).
Adiestrar todos los poderes de la
mente y del cuerpo.
Dios ha dado un cerebro a cada
ser humano. Desea que sea usado para su
gloria. . . No tenemos demasiado poder mental ni demasiada facultad para
razonar. Hemos de educar y desarrollar
cada facultad mental y física, el mecanismo humano que ha comprado Cristo, a
fin de que podamos usarlo de la mejor manera posible. Hemos de hacer todo lo que podamos para
fortalecer esas facultades, pues Dios se agrada de que cada vez lleguemos a ser
colaboradores más y más eficientes con él. -1MS 117 (1904).
La mente cultivada es la medida
del hombre.
No penséis nunca que ya habéis
aprendido bastante, y que podéis cejar en vuestros esfuerzos. La mente
cultivada es la medida del hombre. Vuestra educación debe proseguir durante
toda la vida; cada día debéis aprender algo y poner en práctica el conocimiento
adquirido. -MC 399 (1905).
La similitud que existe entre un
campo inculto y una mente sin preparación es asombrosa. Los niños y los jóvenes ya tienen en sus
mentes y corazones semillas corrompidas, listas para brotar y producir su
cosecha de perversión; y se requiere el mayor cuidado y vigilancia en el
cultivo y aprovisionamiento de la mente con las preciosas semillas de la verdad
bíblica. . .-RH, 9 de Nov. de 1886, NEV 204.
Adquirir conocimiento y cultura
mental.
Del debido aprovechamiento de
nuestro tiempo depende nuestro éxito en 8 la adquisición del conocimiento y
cultura mental. El cultivo del intelecto
no ha de ser impedido por la pobreza, el origen humilde o las condiciones
desfavorables. . . Un propósito resuelto, un trabajo persistente y la cuidadosa
economía del tiempo capacitarán a los hombres para adquirir los conocimientos y
la disciplina mental que los calificarán para casi cualquier posición de
influencia y utilidad. -PVGM 278, 279 (ed.
PP); 241, 242 (ed. ACES) (1900).
Es necesario comprender la mente
al tratar a los enfermos.
Se necesita mucha sabiduría para
tratar las enfermedades causadas por la mente.
Un corazón dolorido y enfermo, un espíritu desalentado, necesitan un
tratamiento benigno. . . La simpatía y el tacto serán muchas veces de mayor
beneficio para el enfermo que el tratamiento más hábil administrado con
frialdad e indiferencia. -MC 187, 188 (1905).
Comprender las mentes y la
naturaleza humana ayuda en la obra de la salvación.
Decidíos a ser tan útiles y
eficientes como Dios os pide que seáis.
Sed cabales y fieles en todo lo que emprendáis. Aprovechad todas las ventajas que haya a
vuestro alcance para fortalecer el intelecto.
Combinad el estudio de los libros con el trabajo manual útil, y mediante
el esfuerzo fiel, la vigilancia y la oración, obtened la sabiduría de origen
celestial. Esto os dará una educación
equilibrada. Así podréis elevaros en
carácter, y adquirir una influencia sobre otras mentes, que os capacitará para
dirigirlas por el sendero de la justicia y la santidad. -PVGM 269 (ed. PP); 233, 234 (ed. ACES) (1900).
Los mecánicos, los abogados, los
negociantes, los hombres de todos los oficios y profesiones, se educan a fin de
llegar a dominar su ramo. ¿Deben los que siguen a Cristo ser menos
inteligentes, y mientras profesan dedicarse a su servicio ignorar los medios y
recursos que han de emplearse? La empresa
de ganar la vida eterna es superior a toda consideración terrenal. A fin de conducir a las almas a Cristo, debe conocerse la naturaleza humana y
estudiarse la mente humana. Se requiere
mucha reflexión cuidadosa y ferviente oración para saber cómo acercarse a los
hombres y las mujeres a fin de presentarles el gran tema de la verdad. -1JT
454, 455 (1876).
Las facultades cultivadas
aumentarán la demanda de nuestros servicios.
Por falta de determinación de
echar mano de si mismos y reformarse, las personas pueden volverse
estereotipadas en cierto curso equivocado de acción; o mediante el cultivo de
sus facultades pueden adquirir capacidad para realizar el mejor servicio.
Entonces sus servicios serán solicitados en todas partes. Serán apreciados en
todo lo que valen. -PVGM 279, 280 (ed. PP); 242 (ed. ACES) (1900).
Podemos alcanzar casi la
excelencia de los ángeles.
El Señor le ha dado al hombre
capacidad para mejorar continuamente, y le ha concedido toda ayuda posible en
el trabajo. Mediante las provisiones de
la gracia divina, podemos alcanzar casi la excelencia de los ángeles. -RH, 20
de junio de 1882, NEV 220. - Mente
Carácter y Personalidad tomo 1 pg 3- 9.
Con todo esto es de importancia que como hijos de Dios,
como seres humanos veamos la bendición, el potencial que poseemos en la mente.
Debe ser usada para el bien, ella esta a favor de cada ser humano. Pero es el
ser humano el que decide como usarla y para que usarla. Es interesante que la
mente es lo que uno quiere que sea, y
ella hace de nosotros lo que se la dispone realizar. Cuidado con esta bendición
se puede volver una maldición sino lo sabernos usar.
Por lo tanto el mensaje es:
Efe. 4: 21-24.
“Renovad la actitud de vuestra mente, y vestíos del nuevo
hombre, creado para ser semejante a Dios en justicia y santidad.”
Sinceramente su hermano quien desea el desarrollo de su
mente, carácter y personalidad para la
eternidad.
Miguel Martin