La importancia de los hábitos
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Nuestro carácter es formado por los hábitos que implementamos, nuestros
hábitos por las acciones repetidas, nuestras acciones son el resultado de
nuestros pensamientos y deseos y nuestros pensamientos surgen de lo que ponemos
en la mente. Al final somos responsables de lo que somos y por ello debemos
implementar buenos y sanos pensamientos.
“El que labra su tierra, se sacia de pan.” – Proverbios 12:11
Este pequeño versículo nos expresa que el que trabaja su tierra, símbolo de
la vida, su carácter, personalidad y mente será saciado de pan.
La verdad es que si trabajamos en nosotros mismos lograremos personalidades
que serán una bendición.
Veamos la importancia de los hábitos
Los hábitos correctos y virtuosos que se forman en la juventud generalmente
señalan el curso del individuo a través de la vida. En la mayoría de los casos, los que
reverencian a Dios y honran lo correcto habrán aprendido esta lección antes de
que el mundo pueda grabar su imagen de pecado en el alma... – A Fin de
conocerle pg. 42.
La Biblia nos da los principios.-
La Palabra de Dios abunda en principios generales para la formación de
hábitos correctos de vida, y los testimonios, generales y personales, han sido
considerados para atraer su atención más especialmente a esos principios. 2JT
279 (1889).
Como una red de hierro.-
Una vez formado, el hábito es como una red de hierro. Ud. intentará luchar
desesperadamente contra él, pero no podrá romperlo. Su única conducta segura
consiste en edificar para el tiempo y la eternidad. Carta 117, 1901.
Las reglas del hábito.-
Todos tienen el deber de observar reglas estrictas en sus hábitos de vida.
Esto es para vuestro propio bien, estimados jóvenes y señoritas, tanto en
sentido físico como moral. Cuando os levantáis en la mañana, considerad hasta
donde os sea posible el trabajo que debéis realizar durante el día. Si es
necesario, tened una libreta de apuntes para anotar las cosas que debéis hacer,
y estableced un tiempo en el cual llevar a cabo vuestro trabajo. Ev 473
(1897). 620
La regularidad en los hábitos mejora la salud.-
Nuestro Dios es un Dios de orden, y quiere que sus hijos estén dispuestos a
organizarse y ponerse bajo su disciplina. ¿No sería mejor, por lo tanto, romper
el hábito de hacer de la noche día, y noche las primeras horas de la mañana? Si
los jóvenes quisieran formar hábitos de regularidad y orden, mejorarían su
salud, su espíritu, su memoria y su disposición. YI, 28 de enero de 1897.
Eliminemos la causa de la enfermedad.-
Los hábitos correctos, practicados con inteligencia y perseverancia,
eliminarán la causa de la enfermedad, y no habrá necesidad de recurrir a drogas
fuertes. Muchos avanzan paso a paso hacia sus complacencias antinaturales, que
producen un estado de cosas también antinatural. Ms 22, 1887; (MM 222).
Los hábitos apropiados fomentan la salud.-
La salud puede ser lograda mediante hábitos de vida apropiados, y puede
esperarse, inclusive, que rinda interés. Pero este capital, más precioso que
cualquier cuenta bancaria, puede ser sacrificado por la intemperancia en el
comer y el beber, y así permitir que los órganos se malogren por causa de la
inacción. Hay que dejar a un lado las complacencias preferidas; la haraganería
debe ser vencida. 4T 408 (1880).
Hábitos que degradan las facultades superiores.-
Todo hábito que no promueva la acción saludable en el organismo humano,
degrada las más altas y nobles facultades. Los hábitos erróneos concernientes
al comer y al beber conducen a errores en el pensamiento y la acción. RH, 25
de enero de 1881; (CH 67).
Victoria sobre los hábitos preestablecidos.-
Los hábitos e ideas preestablecidos deben ser vencidos en muchos casos,
antes de que podamos avanzar en la vida religiosa. RH, 21 de junio de 1887;
(FE 118). 621
Es difícil desaprender los malos hábitos (consejo a un administrador).-
Será difícil para Ud. hacer ahora los cambios en su carácter que Dios le
pide que haga, porque ya en su juventud le era difícil ser puntual y rápido
para la acción. Cuando el carácter ya está formado, los hábitos fijados, y las
facultades mentales y morales se han vuelto firmes, es sumamente difícil
desaprender los malos hábitos y ser rápidos para actuar.
Ud. debería comprender cuál es el valor del tiempo. No tiene excusa si deja
a un lado el trabajo importante, por desagradable que sea, con la esperanza de
no hacerlo en absoluto, o con la idea de que se torne menos desagradable,
mientras ocupa ese tiempo en asuntos agradables que realmente no son urgentes.
Debería hacer primero lo urgente y lo que tiene vital interés para la causa, y
sólo abordar los asuntos menos importantes después de haber llevado a cabo los
esenciales.
La puntualidad y la decisión en la obra de Dios son fundamentales. Las
demoras son virtuales derrotas. Los minutos son de oro y deben ser aprovechados
de la mejor manera posible. Las relaciones terrenales y los intereses
personales siempre deberían ser secundarios. Nunca deberíamos permitir que la
causa de Dios sufra en lo más mínimo por causa de nuestros amigos terrenales o
nuestros parientes más queridos. 3T 499, 500 (1875).
Las tendencias heredadas y cultivadas se convierten en hábitos.-
La gran tendencia de Judas hacia el mal, heredada y cultivada, fue la
codicia. Y al llevarla a la práctica se convirtió en un hábito que él manifestó
en todos los negocios. Los principios cristianos de rectitud y justicia no
tenían lugar en sus ventas ni en sus compras. Sus hábitos económicos
desarrollaron en él una actitud mezquina que se convirtió en una trampa fatal.
La obtención de ganancias fue la medida de su experiencia religiosa, y toda
verdadera justicia estaba subordinada a esto. Aunque en lo externo seguía siendo
discípulo, en la misma presencia de Cristo se 622 apropió de medios que
pertenecían a la tesorería del Señor. Ms 28, 1897.
Los hábitos deciden el futuro.-
Hay que recordar que la juventud está formando hábitos que, en nueve casos
de cada diez, decidirán su futuro. La influencia de las compañías que tienen, de las amistades que entablan y
de los principios que adoptan, los acompañarán toda la vida. 4T 426 (1880).
Los malos hábitos se forman con más facilidad que los buenos.-
Los niños son especialmente susceptibles a las impresiones; y las lecciones
que aprenden en los primeros años los acompañarán toda la vida. Toda la
información que adquieran nunca contrarrestará los malos resultados de la falta
de disciplina en la infancia. Un descuido, repetido a menudo, forma hábito. Una
mala acción prepara el camino para otra. Esa acción, repetida, forma hábito.
Los malos hábitos se forman con más facilidad que los buenos, y se los
abandona con más dificultad. Se necesita menos tiempo y menos trabajo para
malograr la disposición de un niño, que para imprimir principios y hábitos de
justicia sobre las tablas del alma. Sólo mediante una constante vigilancia y
una acción que contrarreste el mal, podemos tener esperanza de que la
disposición se enderece.
El Señor estará con ustedes, madres, mientras tratan de formar buenos
hábitos en sus hijos. Pero tendrán que empezar pronto el proceso de
adiestramiento, o su futura tarea será muy difícil. Enséñenles línea sobre
línea, precepto sobre precepto, un poquito aquí y un poquito allá. Recuerden
que sus hijos pertenecen a Dios, y que deben convertirse en hijos e hijas de
él. Su intención es que las familias de la tierra sean muestras de la familia
del cielo. RH, 5 de diciembre de 1889.
Los hábitos rara vez cambian.-
Los actos repetidos en cierto sentido se convierten en hábitos. Estos
pueden 623 modificarse mediante una severa educación, en la vida posterior,
pero rara vez se cambian. Una vez que se ha formado un hábito, se imprime más y
más firmemente en el carácter. CN 185 (1880).
Atacar los malos hábitos de otros surte poco efecto.-
Poca utilidad tiene el intento de reformar a los demás atacando de frente
lo que consideremos malos hábitos suyos. Tal proceder resulta a menudo más
perjudicial que benéfico. En su
conversación con la samaritana, en vez de desacreditar el pozo de Jacob, Cristo
presentó algo mejor. "Si conocieses el don de Dios [dijo] y quién es el
que te dice: Dame de beber: tú pedirías de él, y él te daría agua viva"
(Juan 4: 10). Dirigió la plática al tesoro que tenía para regalar y ofreció a
la mujer algo mejor que lo que ella pose, el agua de vida, el gozo y la
esperanza del evangelio. MC, 114 (1905).
El deseo de reforma procede del anhelo de hacer lo recto.-
Es verdad que algunas veces los hombres se avergüenzan de sus caminos
pecaminosos y abandonan algunos de sus malos hábitos antes de darse cuenta de
que son atraídos a Cristo. Pero cuando hacen un esfuerzo por reformarse, nacido
de un sincero deseo de hacer el bien, es el poder de Cristo el que los está atrayendo.
Una influencia de la cual no se dan cuenta obra sobre el alma, la conciencia se
vivifica y la vida externa se enmienda. Y a medida que Cristo los induce a
mirar su cruz y contemplar a quien han traspasado sus pecados, el mandamiento
es percibido por la conciencia. Se les revela la maldad de su vida, el pecado
profundamente arraigado en su alma. Comienzan a entender algo de la justicia de
Cristo, y exclaman: "¿Qué es el pecado, para que exigiera un sacrificio
tal por la redención de su víctima? ¿Fueron necesarios todo este amor, todo
este sufrimiento, toda esta humillación, para que no pereciéramos, sino que
tuviéramos vida eterna?". CC 25 (1892). 624
Los malos hábitos deben ser vencidos.-
Al contemplar como por medio de un espejo la gloria del Señor, Señor,
transformados a su imagen, de gloria en gloria, por su Espíritu. Esperamos
demasiado poco, y recibimos de acuerdo con nuestra fe. No debemos aferrarnos a
nuestros propios métodos, planes e ideas; debemos ser transformados por la
renovación de nuestra mente, para que podamos comprobar "cual sea la buena
voluntad de Dios, agradable y perfecta". los pecados que nos asedian deben
ser vencidos, y los malos sentimientos deben ser desarraigados, y un carácter
santo y santas emociones deben ser engendrados en nosotros por el Espíritu de
Dios. Carta 57, 1887.
Cuando nos oponemos a los malos hábitos, éstos ofrecen la más vigorosa
resistencia; pero si la lucha prosigue con energía y perseverancia, es posible
vencerlos. 4T 655 (1881).
La gracia de Cristo quebranta los malos hábitos.-
Los hombres necesitan aprender que no pueden poseer en su plenitud las
bendiciones de la obediencia, sino cuando reciben la gracia de Cristo. Esta es
la que capacita al hombre para obedecer las leyes de Dios y para liberarse de
la esclavitud de los malos hábitos. Es el único poder que puede hacerlo firme
en el buen camino y ayudarlo a permanecer en él. MC 78 (1905).
Por medio del poder de Cristo, los hombres y las mujeres han quebrantado
las cadenas de los hábitos pecaminosos. Han renunciado al egoísmo. El profano
se transforma en reverente, el borracho en sobrio, el libertino en puro. Las
almas que reflejaban la imagen de Satanás han llegado a transformarse a la
imagen de Dios. HAp 392 (1911).
Pensamientos y actos correctos pueden convertirse en hábitos.-
La única seguridad para el alma consiste en pensar bien, pues acerca del
hombre se nos dice: "Cual es su pensamiento en su alma, tal es él"
(Prov. 23: 7). El poder del 625 dominio propio se acrecienta con el ejercicio.
Lo que al principio parece difícil, se vuelve fácil con la práctica, hasta que
los buenos pensamientos y acciones llegan a ser habituales. MC 392 (1905). - Mente Carácter y Personalidad tomo 2 pg.
619 – 625.
Lista de Hábitos básicos
Habito de la oración – Daniel 6:10.
El habito de leer la escritura – 1 Timoteo 4:13.
Habito del trabajo – 2 Tes. 3:6-10.
Habito de la consistencia – 1 Corintios 15:58.
El habito del buen pensamiento – Fil. 4:8.
El habito del esfuerzo – Josué 1:9.
El habito del servicio – Marcos 10:44.
El habito de controlar la ira – Proverbios
14:29.
El habito del autocontrol – Proverbios 25:28.
El habito del perdón – Mateo 6:12.
El habito de estar organizado. – 1 Corintios 14:40.
El habito de usar bien el tiempo. Ecl. 3:1.
El habito de amar – Mateo 5:44.
El habito de comer bien – Proverbios 23:1-3.
Por lo tanto recordemos que:
Los hábitos e ideas preestablecidos deben ser vencidos en muchos casos,
antes de que podamos avanzar en la vida religiosa. RH, 21 de junio de 1887;
(FE 118). 621
En la construcción de mejor hábitos
Su hermano
Miguel Martin
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